jueves, 9 de septiembre de 2010

GLIFOSATO, MITOS Y VERDADES: HIERBA MALA NUNCA MUERE Por Walter Goobar

En la Argentina el debate sobre el uso del glifosato y las semillas modificadas genéticamente está en pañales todavía. Antes de que el tema se desmadre por completo, bastaría ver lo que está ocurriendo en Estados Unidos para tomar decisiones a nivel local.
A la hora de promocionar cultivos modificados genéticamente como una alternativa a los cultivos convencionales, la propaganda de Monsanto y de otras agroindustrias omite explicar que las semillas transgénicas han sido manipuladas y patentadas sólo por dos razones: la primera, ser resistentes o “tolerantes” al patentado herbicida químico glifosato altamente tóxico que Monsanto y los demás obligan a comprar a los agricultores como condición para adquirir sus semillas. La segunda característica es que las semillas han sido manipuladas genéticamente para resistir a insectos específicos. Contrariamente a los mitos promovidos en su propio interés, no existe una sola semilla modificada genéticamente que proporcione un mayor rendimiento en la cosecha que las convencionales, ninguna que requiera menos herbicidas químicos tóxicos, por la simple razón de que no hay beneficio en ello.

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